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martes, 18 de mayo de 2010

HECHIZOS

HECHIZOS
Tener que referirnos a los hechizos de la magia blanca nos brinda la oportunidad para hablar de algo verdaderamente bello a la vez que intenso.
En el presente artículo abordaremos el tema desde su esencia, o sea; explicando cuales son sus particularidades, sus aplicaciones, y lo esencial a tener en cuenta para desarrollarnos correctamente en esta actividad.
Como ya supimos explicar en un artículo anterior, entendemos por magia blanca a aquél poder concreto que el mago ejerce en la búsqueda de un fin constructivo.
La idea central de este tipo de magia es, por decirlo de forma acaso un poco burda pero bien clara, “hacer el bien”.
Por lo que hace a la palabra “hechizo”, la cosa es sencilla: se trata de conectarse, en forma ritual, con ciertas fuerzas o espíritus, para que estos intercedan por nosotros en determinada circunstancia o situación. Así, lo que se está haciendo es invocar ciertas esencias que trascienden la experiencia coloquial.
Para que el funcione correctamente es sumamente importante creer en dichas fuerzas; en realidad son ellas las que actúan en favor nuestro. Nosotros nos limitamos a llamarlas y pedirles, pero son siempre esas fuerzas espirituales las que “tienen el poder”.
La capacidad de un mago (entendido en el sentido más antiguo de la palabra) no es más que su capacidad de conectarse con esencias superiores y, así, hacerlas interceder en aquello que él desea. Si esto se pierde de vista, si el que ejecuta el truco se ve invadido de un sentimiento de vano poder o arrogancia, entonces difícilmente logre que funcione.
La base de todo está en entender que uno es una parte de este universo; ni mayor ni menor que otras. Uno tiene la capacidad de invocar espíritus y energías, pero eso no quiere decir que uno sea más o menos que cualquier otra cosa.
Ahora bien; lo que acabamos de decir hace a los hechizos en general.
Lo que ahora queda por explicar es lo más importante de todo, a saber; ¿cuáles son las particularidades que hacen que un hechizo sea de magia blanca y no de magia negra?
La respuesta a esta pregunta es la esencia misma de este artículo y, así, del tema que ahora estamos tratando. Pero para poder despejar nuestra duda será necesario llevar la pregunta a otra forma. Lo que necesitamos saber es con qué tipo de energía debe conectarse la persona que está haciendo el truco; cuales son las entidades que intercederán en el sentido de alcanzar el fin requerido.
Mientras que en la magia negra (leer artículo del mismo nombre) la persona necesita conectarse con la esencia energética de los elementos (fuego, agua, tierra y aire) para que estas intercedan negativamente por ella, en la blanca la conexión con la esencia de dichos elementos será importante pero no definitiva. Los hechizos de magia blanca son de ejecución más compleja.
Esto se debe al hecho de que se necesita trascender aquello que antes bastaba. Entonces, para decirlo de forma clara; quien realice esta actividad debe tratar de conectarse con la esencia primigenia de todo cuanto existe.
Algunas personas dicen que se trata de Dios, otras prefieren llamarlo “el Ser” o “La energía madre”.
Más allá de los nombres, se trata de conectarse con la fuerza que subyace a toda existencia, ya sea la humana o la de una piedra.
Un ejemplo de hechizo de magia blanca sería, entre otros posibles, el siguiente.
Se toma un determinado objeto que esté en relación con aquello que queremos conseguir. Supongamos que, por ejemplo, se pretende conseguir un aumento de sueldo; en ese caso un billete bastará. Hay que poner dicho objeto en contacto con alguno de los cuatro elementos esenciales.
Mientras en la magia negra se suele apelar al fuego, en la blanca se prefiere la tierra (aunque esto puede llegar a variar). Así, para seguir con nuestro ejemplo, tomamos un billete y, arrodillándonos, lo ponemos en contacto con la tierra (puede ser pasto). Nuestra mano debe permanecer siempre sobre el billete, de modo que aquél esté entre nuestra mano y la tierra. Dispuestos de esa manera, solo cabe concentrar la propia conciencia en la dirección de conectarla con la “gran esencia”. Se trata de encontrar, en el fondo de nuestra alma, una luz que es el motor primigenio de todo cuanto existe.
No es cosa sencilla, pero, sin embargo, todos los seres humanos tenemos la capacidad de hacerlo. Cuando se alcance dicha conexión, no será necesario pronunciar ningún conjuro; el hecho de tener nuestra mano en contacto con un billete servirá de manera suficiente.
Autora: Ana Maria Rubilar Aguayo
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