El concepto que tenemos hoy en día de las brujas es
muy distinto del que podían tener nuestros antepasados en la Edad Media.
Las brujas de nuestros días aparecen en los canales
de televisión entrada la noche para leer el futuro en las cartas a
trasnochadores preocupados, aparecen en las revistas del corazón o acuden a
tertulias en las que aseguran poseer poderes sobrenaturales.
Pero hay otro tipo de bruja, aquella cuya imagen
tiene en la cabeza un niño cuyos padres le instan a dormirse, oscura, fúnebre,
sin pintalabios ni focos, y que posiblemente sea más cercana a las brujas
medievales que a las mediáticas del siglo XX…
La Europa dominada por el cristianismo de hace mil
años observaba con pánico la llegada del año 1000.
Posiblemente por que se trataba de una fecha muy
simbólica, los europeos estaban convencidos de que algo extraordinario
ocurriría tal día.
En torno a este movimiento supersticioso se
desarrolló toda una teoría: el Milenarismo. Este contaba con tres pilares
fundamentales y entrelazados, a saber:
El Maniqueísmo que identificaba clara y nítidamente
a los buenos y a los malos, sin término medio. Serían precisamente los buenos
quienes se salvarían en el Apocalipsis, segundo pilar, que supondría un cambio
radical del mundo en el que la maldad desaparecería de la Tierra, entrando pues
en la tercera columna del Milenarismo, el Retorno a la Edad Dorada, al paraíso
perdido.
No era de extrañar, pues, que en esta época se
viviese una constante persecución contra los malos, con el doble objetivo de
señalar a las víctimas del Apocalipsis y presentarse a uno mismo como garante
de la bondad.
Pero, ¿quiénes eran las brujas?
Las brujas eran mujeres emancipadas, solteras
generalmente, que vivían de la elaboración de remedios caseros. Hoy podrían
compararse, salvando las distancias, con farmacéuticas, curanderas o incluso
químicas.
Eran mujeres de ciencia, que ponían en práctica
conocimientos heredados sobre plantas medicinales o ungüentos caseros.
Ciertamente, eran mujeres de mucha reputación en las comunidades locales a las
que se acudía asiduamente cuando la medicina oficial era incapaz de encontrar
soluciones y que utilizaban las escobas únicamente para limpiar sus casas.
También fueron condenadas y ejecutadas mujeres que, como Anna Goeldi, no tenían
ninguna relación con la ciencia o la medicina.
Hemos de tener en cuenta que hablamos de una época
en la que el adulterio era delito, así, se sospecha que muchas mujeres fueron
acusadas de brujería por hombres casados que temían su confesión.