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miércoles, 29 de abril de 2009

FUEGOS FATUOS

FUEGOS FATUOS
Los Fuegos Fatuos son un extraño fenómeno que puede darse en pantanos, ciénagas y cementerios, y que consiste en unas luces tenues de colores, como unas pequeñas bolas de luz, que tintinean en el aire y se desplazan con velocidad.
Existen leyendas sobre este enigma, como que son almas en pena que no pueden descansar y que vagan por los cementerios a la espera de que alguien les ayude, que son espíritus vengativos que esperan impacientes a los caminantes para arrastrarlos hacia la muerte, que son espectros malvados que cambian de tamaño a su antojo y se comunican con otros seres a través de la luz que emiten, que son un augurio de muerte, que se alimentan de la energía que desprendemos, etc.
Hombres de distintas culturas y civilizaciones se han asustado con estas manifestaciones.
En Inglaterra los llaman Hill o the wykes, en Brasil toitatá.
También se les conoce como Ignis Fatuus, “candelillas”, “la vela del cadáver”, “el hombre de la linterna”, “luces malas”, etc.
En Escocia los llaman spunkies y piensan que son como diablos de fuego que echan chispas para asustar a los caminantes y alejarlos de su camino. En Somerwt, en cambio, consideran que son almas de niños no bautizados, condenados a errar por el mundo hasta el día del Juicio Final.
Ciertamente asusta pasar por un cementerio o por un pantano y que comiencen a moverse luces alrededor, pero no es una película de terror, sino un fenómeno natural, una reacción química normal; las luces de colores, generalmente azuladas, rojizas, verdosas o amarillentas, se producen por la emisión de gases de metano en contacto con ciertas condiciones ambientales, como en los cementerios, donde es frecuente que se dé este fenómeno por la emisión de los gases de los cadáveres.
Esta explicación científica, en realidad, es igual de difícil de creer y tan maravillosa como la leyenda inglesa que narra la historia de un hombre al que San Pedro dio una nueva oportunidad para que mejorara su vida.
El hombre no solo desaprovecho esta ocasión, sino que se atrevió a gastarle una travesura la Diablo. En vista de sus maldades, no fue admitido en el Cielo ni en el Infierno, pero el Diablo tuvo el detalle de entregarle un pedazo de carbón caliente para que se calentara, que le iluminara la noche, y con el que vagaba intentando confundir a los caminantes.
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