CUELEBRE
En España, uno de los lugares más rico en seres fantásticos, al cuélebre lo encontramos en Asturias, una tierra llena de personajes mágicos como el busgosu, el cuélebre, las xanas o el ventolín, que son recreaciones de mitos universales de origen clásico.
El Busgosu recuerda a los faunos, el huercu o los orcos, las xanas a las hadas y el cuélebre al dragón.
Asturias, por su pasado celta y sus características geográficas especialmente misteriosas, está habitada por infinidad de seres maravillosos, pero el cuélebre merece un espacio propio.
Se trata de una enorme serpiente con alas de murciélago y cuerpo de escamas, que, al igual que el dragón, tiene escamas defensivas, pues lo recubren como si se tratara de una coraza.
En el caso del cuélebre, el punto débil lo tiene en la garganta, único sitio sin escamas donde es posible atacarle y donde los lugareños han encontrado la forma de matarlo; atravesando su garganta con una lanza o una espada.
También se puede intentar engañarlo recubriendo una piedra al rojo vivo con un pan para que al comerlo se le abrase la garganta.
El cuélebre reside en bosques y cuevas, donde cumple con su cometido de custodio de fortunas y tesoros que son los despojos olvidados por los musulmanes tras ser expulsados de Asturias por don Pelayo al iniciarse la Reconquista.
Se alimenta de personas y ganado, sobre todo de aquellos curiosos que se internan en sus cuevas para robarle su tesoro, con los que no muestra piedad.
Sin embargo, su fiereza queda menguada ante la belleza femenina.
Otro personaje del folclore asturiano estrechamente ligado al cuélebre es la ayalga, una joven encantada por el cuélebre, que la rapta y la retiene contra su voluntad hasta que es liberada por un valiente caballero la noche de San Juan.
En esa noche mágica, el cuélebre cae rendido en un extraño sopor y justo en ese momento, y antes de que llegue el alba, es posible desencantar a la yalga y robar el tesoro del cuélebre.
El rito para liberarla indica que debe ser golpeada con una rama de sauce, que tiene propiedades mágicas.
Si en 100 años una ayalga no ha podido ser liberada, quedará encantada para siempre.
En España, uno de los lugares más rico en seres fantásticos, al cuélebre lo encontramos en Asturias, una tierra llena de personajes mágicos como el busgosu, el cuélebre, las xanas o el ventolín, que son recreaciones de mitos universales de origen clásico.
El Busgosu recuerda a los faunos, el huercu o los orcos, las xanas a las hadas y el cuélebre al dragón.
Asturias, por su pasado celta y sus características geográficas especialmente misteriosas, está habitada por infinidad de seres maravillosos, pero el cuélebre merece un espacio propio.
Se trata de una enorme serpiente con alas de murciélago y cuerpo de escamas, que, al igual que el dragón, tiene escamas defensivas, pues lo recubren como si se tratara de una coraza.
En el caso del cuélebre, el punto débil lo tiene en la garganta, único sitio sin escamas donde es posible atacarle y donde los lugareños han encontrado la forma de matarlo; atravesando su garganta con una lanza o una espada.
También se puede intentar engañarlo recubriendo una piedra al rojo vivo con un pan para que al comerlo se le abrase la garganta.
El cuélebre reside en bosques y cuevas, donde cumple con su cometido de custodio de fortunas y tesoros que son los despojos olvidados por los musulmanes tras ser expulsados de Asturias por don Pelayo al iniciarse la Reconquista.
Se alimenta de personas y ganado, sobre todo de aquellos curiosos que se internan en sus cuevas para robarle su tesoro, con los que no muestra piedad.
Sin embargo, su fiereza queda menguada ante la belleza femenina.
Otro personaje del folclore asturiano estrechamente ligado al cuélebre es la ayalga, una joven encantada por el cuélebre, que la rapta y la retiene contra su voluntad hasta que es liberada por un valiente caballero la noche de San Juan.
En esa noche mágica, el cuélebre cae rendido en un extraño sopor y justo en ese momento, y antes de que llegue el alba, es posible desencantar a la yalga y robar el tesoro del cuélebre.
El rito para liberarla indica que debe ser golpeada con una rama de sauce, que tiene propiedades mágicas.
Si en 100 años una ayalga no ha podido ser liberada, quedará encantada para siempre.