Los Trasgos son seres mágicos de la familia de los duendes domésticos, porque habitan en los hogares de los humanos, relacionándose con estos sólo para divertirse, realizando todo tipo de travesuras, cambiando de lugar los objetos, rompiendo o ensuciando.
Los Trasgos son muy sucios les divierte revolcarse en el barro, también son muy golosos. Miden entre 80 cms. y 1m. 50.
Los Trasgos tienen cuernos y cola larga y algunos tienen un agujero en una mano.
Son muy juguetones pero no malvados.
Los Trasgos Enanos, muy similares a los gnomos se encuentran en extinción ya que sólo existen del género masculino.
Los pocos que quedan, viven en cavernas o en minas donde trabajan el oro y la plata como los gnomos.
El trasgo es un tipo de duende travieso de carácter familiar perteneciente a la tradición de algunos lugares de España como son Galicia (trasno o trasgo), Asturias (trasgo o trasgu), Cantabria y León (trasgo). En Portugal se les llama "strago" o "demonios da mao furada" (demonios de mano agujereada).
Aunque en el resto de España y Europa existe también la figura del trasgo, pero con diferente nombre, en este post nos centraremos en el trasgo del norte de España.
Aunque no son malignos, si que son muy juguetones y se dedican a las "trasnadas" (trastadas o travesuras).
Ellos son los responsable de los pequeños contratiempos que sufrimos a diario: esconden las cosas cuando las buscamos, rompen los platos, hacen que se derrame la leche al fuego, espantan a los animales...
También tienen la capacidad de transformarse en animales, aunque solo suelen hacerlo cuando están fuera de la casa de la que se han hecho "huéspedes".
Se les describe como seres diminutos (entre 40-80 cm de altura), de piel marrón, negra u oscura y ojos muy negros y brillantes; llevan habitualmente un gorro rojo (de hecho, en algunos lugares se les llama "gorros coloraus").
A veces también se les añaden cuernos y rabo.
A los trasgos asturianos suele atribuírseles un agujero (furacu) en la palma de la mano, por lo que para deshacerse de ellos es de gran utilidad localizar el lugar de la casa por donde entran (siempre utilizan el mismo) y colocar allí una taza de maíz o mijo. Cuando el trasgo llegue y al entrar la vuelque, se pondrá a recoger y contar los granos que encuentre desparramados, y como estos irán cayendo por el agujero de su mano, nunca terminará el recuento y finalmente se cansará y se marchará.
Aunque los trasnos gallegos no tienen agujero en la palma de la mano, este método también es efectivo con ellos, pues sólo saben contar hasta dos (los más listos hasta diez), por lo que se cansarán igualmente y se irán.
También de los trasgos asturianos se dice que son cojos, aunque esto no les impide moverse con asombrosa rapidez; siendo muy ágiles y pudiendo dar enormes saltos.
Les gusta asentarse en el fuego del hogar y sus lugares favoritos son los desvanes, cuadras y cocinas, donde suelen hacer más a menudo sus travesuras.
Mudarse de casa no suele ser efectivo para deshacerse de los trasgos, pues estos suelen coger "cariño" a la familia con la que viven.
Además de la ya mencionada taza de grano, otros de los métodos conocidos para librarse de ellos son retarlos a traer un "paxu" (cesta plana de castaño) llena de agua de mar (pues le seá imposible hacerlo, ya que el agua se derramará por los orificios de la cesta) o a poner blanca una pelleja de carnero negro (lo cual es también imposible, evidentemente), la cual llevará de rio en rio, restregándola contra las piedras mientras canta:
"Aunque gaste más jabón
que hay de Madrid a Valencia
no se me ha de poner blanco
este pellejo o pelleja"
También la glotonería es característica de los trasgos, y una de las señales de que se han instalado en una casa es la constante desaparición de comida, especialmente de dulces.
En Asturias y Galicia, además, existe un tipo de "trasgu" al que se llama "sumiciu", el cual es experto en esconder cosas o apropiarse de ellas.
Lo que más le gusta es hacer desaparecer las cosas justo cuando las necesitamos.
Este tipo de trasgo tiene su equivalente en Suiza, el País Vasco y el norte de Itlaia en el "Servan", aunque este último suele devolver siempre lo que ha cogido (cuando ya no nos hace falta, eso sí) colocándolo en los lugares más insospechadados.
Otro de sus pasatiempos es cambiar el vino de los barriles por agua.
Los trasgos, tanto gallegos como astures o cántabros, son bastante cochinos; les gusta revolcarse en el estiercol, limpiarse el trasero en la leche (o mear en ella) y mearse encima de las personas convertidos en animales.
En este sentido, los trasgos leoneses, también llamados "martinicos" o "martinillos", gustan más que sus vecinos gallegos y astures de andar por las afueras de la casa, transformados en animales.
En los Ancares (entre León y Lugo), existe la costumbre de poner cruces en los árboles que bordean los pueblos, para así impedir que los trasgos entren en ellos.
Se dice que los trasgos también desaparecen si se pronuncian exclamaciones tales como "¡Jesús!" o "¡ Dios Mio!", o se puede renegar de ellos diciendo "¡ Arrenégote, cochino!".
En los Ancares también encontramos al "trasno do choco", quien gusta de hacer extraviarse a los forasteros.