EL ALTAR
Existen dos tipos de altares; uno móvil, usado para los rituales, y uno fijo, que se coloca en un lugar particular de la casa.
Sobre el altar se colocan los símbolos de la Diosa, y quien lo desee, también los de Dios. No es el caso de nuestra tradición, que no admite la presencia de un dios macho, al que se considera solamente uno de los aspectos de la Antigua Madre.
Obviamente, no todo el mundo puede permitirse tener en casa un altar fijo, sobre todo si se vive con otras personas que tal vez no compartan el significado y, por tanto, no acepten su presencia.
Quien pueda, que utilice una mesita, una mesa de noche o un espacio que no se suela utilizar para otras cosas. En cualquier caso, cada cual puede prepararse el altar fijo como prefiera, teniendo presente que los consejos que aquí damos son puramente indicativos.
Siempre es aconsejable cubrir el altar con un mantel, que sirva como adorno y protección, para evitar ensuciar el mueble con la cera de las velas o con los restos del incienso. En nuestra tradición, en el centro del altar se coloca una imagen de la Antigua Madre, tras la cual se ponen los símbolos de los cuatro elementos de la naturaleza;
TIERRA (o sal) AGUA, AIRE Y FUEGO.
Estos dos últimos son simbolizados por un bastoncillo de incienso o por difusor de esencias y una vela.
Ante la Diosa se dispone un platillo para las ofrendas, los cristales, etc.
Sobre el altar, por ejemplo, hay un cuenco tibetano con arena y diversos cristales, conchas y guijarros, algunas velas con flores insertadas en la cera, una campana de cristal y un jarroncito que contiene siempre, en verano e invierno, flores frescas.
Sobre el altar, por ejemplo, hay un cuenco tibetano con arena y diversos cristales, conchas y guijarros, algunas velas con flores insertadas en la cera, una campana de cristal y un jarroncito que contiene siempre, en verano e invierno, flores frescas.
Hay quien pone sobre el altar los instrumentos que utiliza en los ritos, como por ejemplo, la varita, la copa, el athame, el Libro de las Sombras, etc. No obstante, es preferible conservar los instrumentos rituales en otro lugar, ya que no deberían estar al alcance de la mirada de los profanos.
Siempre que se encuentra algo que pudiera embellecer el altar, es bueno adquirirlo y donarlo a la Diosa.