No hay una sola persona que no haya escuchado
hablar sobre los duendes.
De esas pequeñas criaturas con las que las madres
amedrentan a los niños: "Te van a llevar los duendes".
Cuando era pequeño me daba miedo de encontrarme con
ellos.
Los duendes son unos pequeños hombres en miniatura que miden como medio
metro de altura, usan boina grande y visten lujosamente, con trajes de colores.
La mayor parte del tiempo andan juntos.
Andan por los potreros, cafetales y caminos
solitarios, no les importa si es noche o de día con tal de andar vagabundos.
Al visitar una casa se hacen invisibles, molestan
demasiado, echando cochinadas en las comidas, tiran lo que se encuentre en sus
manos.
Pero lo que más persiguen es a los niños de corta
edad, los engañan con confites y juguetes bonitos; así se los llevan de sus
casas para perderlos.
Si el niño no quiere irse, se lo llevan a la
fuerza; aunque llore o grite.
Una vez un señor, quién me merece todo respeto,
contó que una noche, cuando él iba a caballo con otro amigo vio saltar un chiquito
a la orilla del camino.
Al ver esa figurilla en ese camino tan solitario y
en horas tan inoportunas ambos se extrañaron; bajaron el ritmo de los caballos
para preguntarle hacia donde se dirigía.
Voy a hacer un mandadillo dijo el pequeñín.
Pero a pesar de que apresuraban el paso, el
pequeñín los seguía a cierta distancia, con una habilidad increible.
Aquel espectáculo los puso como piel de gallina, y
no querían mirar hacia atrás; y cuando quisieron mirar, había desaparecido.
Algo muy parecido a esta historia anterior le
sucedió al hijo de un amigo.
Sus padres lo buscaron por todos lados, se había
perdido hacía dos días, quién estaba en un potrero lejano del pueblo.
Cuando se le pregunto como había llegado allí, dijo
que unos hombrecitos muy pequeños se lo habían llevado dándole confites y
juguetes; pero cuando estaban lejos del pueblo, pellizcaban y molestaban y
mientras lloraba, aquella jerga de chiquillos reían y bailaban.
Este suceso se comentó mucho en aquel pueblo y es
digno de estudiarse por lo misterioso del caso.
Dicen las gentes que para ahuyentar los duendes de
una casa, aconsejan poner un baile bien encandilado con música bien sonada.