LA MAGIA
La magia druídica prestaba una gran atención a los presagios, principalmente a los fenómenos celestes (el vuelo de los pájaros, las tormentas, etc.=, y dedicaban numerosos rituales a estas interpretaciones de la voluntad divina.
La recogida del muérdago, que se realizaba con una guadaña fabricada con un metal precioso, se acompañaba siempre del sacrificio de un toro blanco.
La medicina prolongaba esta magia, pus con las plantas se elaboraba el elixir del olvido.
Al igual que para los griegos y para el Génesis bíblico, la manzana simbolizaba la inmortalidad del saber.
También es legendaria la fuente de la salud, en la que se sumergía a los heridos y a los difuntos que no habían muerto decapitados para curarlos y resucitarlos con el beneplácito del dios médico Diancecht, mientras su hija Airmed maceraba unas hierbas mágicas cuyas gotas curaban las enfermedades.
Los sacerdotes celtas también recurrían a otros elementos, como el viento que enloquecía y destruía, la niebla en la que se perdían las almas o el fuego purificador (el salto sobre las brasas de la hoguera de San Juan es un rito ancestral) las tropas caminaban sobre estas para recibir protección.
El druida (o el bardo) transmitía la interpretación del mensaje divino en forma de conjuros, que podían ser alabanzas, culpas o maldiciones (estas ultimas provocaban la muerte de aquel a quien iban dirigidas).
Las sátiras eran conjuros religiosos y legales que, al igual que las maldiciones, podrían causar la muerte, mientras que las geasa eran una serie de obligaciones y prohibiciones impuestas sobre la casta de los guerreros, que debían repetarlas bajo pena de muerte.
El culto se celebraba en los nemeton (del término gaélico nemed, que significa "recinto sagrado").
Los celtas no erigieron los monumentos megalíticos (los menhires y los dolmenes), pero sus druidas los utilizaban cuando celebraban sus ritos fuera del recinto, que constaba de un foso, un talud y una empalizada, además de un pozo de ofrendas conectado a una corriente subterránea.
Se han encontrado restos en el interior de algunas capillas romanas construidas sobre emplazamientos que ya eran sagrados antes del nacimiento del cristianismo.
Debemos olvidar las imágenes creadas por los historiadores del siglo XIX que afirmaban que los druidas únicamente se reunían en las profundidades del bosque, pues sabemos que también disponían de templos.
Aunque César afirmara que se reunían en los bosques y muchos historiadores posteriores aseguraran que los celtas carecían de templos, se trata de una información errónea.
En la literatura medieval, el montículo circular fue sustituido por el cercado.
El triple cercado (que existe desde el Neolítico) se realizaba siguiendo el diseño de la cruz celta y solía constar de un foso, un talud y una empalizada.
Algunos recintos estaban rodeados por este foso, mientras que otros lo englobaban en su interior.
La mayoría de los santuarios protohistóricos se construyeron en madera para preservar la imagen del "bosque sagrado" y entre sus dependencias siempre había un espacio arbolado de mayor o menor tamaño.
Pierre Ripert