En nuestra tradición se suele dividir las velas en función de sus colores y se envuelven en un pañuelo de seda del mismo color.
Algunos colores se usan más, de modo que si por ejemplo se bendice diez velas de color violeta, las verdes o las rojas serán al menos tres veces mas, por no hablar de las blancas, que suelen ser, como mínimo, unas cincuenta.
Se ponen los paquetes en una esta y se expone esta a la luz de la Luna.
Al día siguiente, se coloca la cesta sobre el altar y se pronuncia una plegaria semejante a la siguiente para la Diosa, intentando personalizarla en función de la sensibilidad de cada cual:
Antigua Madre
Purifica estas velas
Que conocen el poder de la Luna
Concédeles fuerza y poder.
Entonces se describe con la punta del dedo o con un rotulador el sello de la tradición sobre una vela de cada color; después se conservan todos los paquetes en un lugar en el que no puedan ser manipulados por nadie.
No hay que quemar velas bendecidas todos los días, sino que deben conservase para los momentos particularmente críticos, para los rituales importantes, para los Esbbat y los Sabbat.