BARDO
Entre los celtas, un poeta y sacerdote que se cuidaba de componer los cantos bélicos, conmemorar las hazañas de los héroes e intentar poner de acuerdo a lo litigantes o a quienes se sentaban alrededor de una mesa de paz.
Luego de doce años de duros estudios, los Bardos Celtas se dividían en priveirdds (los compositores de melodías) y posveirdds (recitadores).
Tambien alcanzaban distintos grados:
Superior, Jefe de Región e Iniciado.
Para los lamas tibetanos Bardo representa el estado del espíritu entre dos encarnaciones o, con mayor precisión, luego de la conciencia que se ha tenido antes de la muerte.
Tambien la misma muerte antes de adquirir conciencia de la nueva vida.
Es sinónimo de ser de la luz, de la supervivencia y de poseer una visión panorámica.
El término "bardo" a veces se utiliza de manera vaga para referirse al estado de existencia entre dos vidas en la tierra.
De acuerdo con la tradición tibetana, luego de la muerte y antes del próximo nacimiento, cuando la propia conciencia no esta conectada con un cuerpo físico, se experimenta una variedad de fenómenos.
Esto usualmente sigue una secuencia particular de degeneración, desde, justo después de la muerte, las más claras experiencias de realidad de las que somos capaces, hasta, posteriormente, las más terribles alucinaciones que surgen de los impulsos de las acciones torpes previamente realizadas.
Para los avanzados espiritualmente el bardo ofrece una gran oportunidad para la liberación, ya que una claridad espontánea puede surgir de la directa experiencia de la realidad, mientras que para otros este puede volverse un lugar de peligros debido a las impresiones kármicas negativas que pueden orientarlos a un renacimiento poco deseable.
En la cultura occidental, el término bardo puede referirse a una suspensión de nuestra vida ordinaria, debido a, por ejemplo, la realización de un retiro espiritual.
Tales oportunidades proveen un fructífero avance espiritual, debido a que se reducen las restricciones externas, sin embargo es también un desafío debido a que nuestros impulsos torpes pueden surgir de la misma que forma que en el Bardo Thodol.