El astro que preside la noche ha sido venerado por
muchos pueblos y
culturas desde la antigüedad.
Se puede decir que es un amuleto que el hombre ha
llevado siempre colgado (del cielo pero colgado), siempre protegiéndole en la oscuridad de la noche.
Quizá por eso se le ha concedido un valor
primordial en el pensamiento
mágico y religioso del individuo.
La diosa luna, considerada la señora reina de la
noche era en el antiguo Egipto símbolo de la diosa Isis (una de las más poderosas)
que protegía a las madres en gestación ya los niños recién nacidos.
En la antigua Roma garantizaba la salud de los
pequeños de la casa y también servía para ahuyentar el mal de amores.
Hasta hoy ha llegado la creencia de que la luna representa
la fecundidad, por eso debe llevarla la mujer que quiera tener hijos y no
pueda.
Además, este amuleto nos ayudará a encontrar el
amor deseado, pues nos proporcionará magnetismo y encanto personal y nos
protegerá contra amantes falsos y aprovechados.
Si se la regalamos a un recién nacido protegerá al
bebé ya su madre durante todo el periodo de la que consideramos primera
infancia.