MERROWS
Se suele decir que los “merrows”, a quienes también se les conoce como muchachas o muruchas, son el equivalente irlandés de las sirenas, pero esta afirmación no es exacta. Es verdad que son también criaturas híbridas, con larga cola de pez y cuerpo casi humano, pero no existen testimonios que nos hagan sospechar que haya habido merrows cantores. Si tenemos constancia de merrows femeninas con un atractivo bastante sugerente, capaces de subyugar a cualquier mortal, por los que sienten una poderosa inclinación. Al igual que ocurre con las sirenas, las merrows hembras son bastante enamoradizas, pero estas no pretenden asesinar a los hombres ni volverlos locos. Al contrario, su amor es de una pureza casi virginal, la mayoría de las veces contemplativo y sufridor. Sin duda, las merrows femeninas son criaturas desdichadas e insatisfechas por culpa de los merrows machos, que no les hacen el menor caso.
Si ellas son hermosas, relucientes, con el cabello ondulado y los ojos oscuros, ellos son feísimos, monstruosos, con la cara y el cuerpo verde, la nariz roja y los ojos hinchados.
Y por si esto fuera poca desgracia, además son vagos, borrachos, dormilones y olvidadizos.
A las mujeres merrows se las puede ver con frecuencia subidas a una roca, solas o en compañía de amigas, contemplando con ojos de ensueño a los pescadores y envidiando en silencio a las mujeres humanas, a quienes suponen muy afortunadas por ser sus esposas. Una última calumnia persigue a estas pobres inocentes.
Existe la creencia, muy extendida, de que anuncian el mal tiempo, pues muchas veces han sido vistas desde algún acantilado horas antes de que sobreviniera una tormenta.
En Irlanda se conoce la leyenda de Jack Dogherty y el merrows Goomara, que se hicieron amigos por la afición que los dos tenían a la bebida. En una ocasión, Goomara invitó as Jack a su casa en el fondo del mar a degustar el ron de su bodega, que procedía de los barcos que naufragaban en la zona.
Entonces Jack descubrió que su amigo había recogido las almas de los marineros muertos en unas jaulas.
Desde aquel día, Jack iba a la casa del merrows cada noche con la intención de liberar a los espíritus, pero siempre se emborrachaba antes con el ron de Goomara.
Un buen día Jack cogió de su casa un barril de potcheen irlandés casero y con este licor consiguió emborrachar a su amigo y liberar a aquellas pobres almas.
Se suele decir que los “merrows”, a quienes también se les conoce como muchachas o muruchas, son el equivalente irlandés de las sirenas, pero esta afirmación no es exacta. Es verdad que son también criaturas híbridas, con larga cola de pez y cuerpo casi humano, pero no existen testimonios que nos hagan sospechar que haya habido merrows cantores. Si tenemos constancia de merrows femeninas con un atractivo bastante sugerente, capaces de subyugar a cualquier mortal, por los que sienten una poderosa inclinación. Al igual que ocurre con las sirenas, las merrows hembras son bastante enamoradizas, pero estas no pretenden asesinar a los hombres ni volverlos locos. Al contrario, su amor es de una pureza casi virginal, la mayoría de las veces contemplativo y sufridor. Sin duda, las merrows femeninas son criaturas desdichadas e insatisfechas por culpa de los merrows machos, que no les hacen el menor caso.
Si ellas son hermosas, relucientes, con el cabello ondulado y los ojos oscuros, ellos son feísimos, monstruosos, con la cara y el cuerpo verde, la nariz roja y los ojos hinchados.
Y por si esto fuera poca desgracia, además son vagos, borrachos, dormilones y olvidadizos.
A las mujeres merrows se las puede ver con frecuencia subidas a una roca, solas o en compañía de amigas, contemplando con ojos de ensueño a los pescadores y envidiando en silencio a las mujeres humanas, a quienes suponen muy afortunadas por ser sus esposas. Una última calumnia persigue a estas pobres inocentes.
Existe la creencia, muy extendida, de que anuncian el mal tiempo, pues muchas veces han sido vistas desde algún acantilado horas antes de que sobreviniera una tormenta.
En Irlanda se conoce la leyenda de Jack Dogherty y el merrows Goomara, que se hicieron amigos por la afición que los dos tenían a la bebida. En una ocasión, Goomara invitó as Jack a su casa en el fondo del mar a degustar el ron de su bodega, que procedía de los barcos que naufragaban en la zona.
Entonces Jack descubrió que su amigo había recogido las almas de los marineros muertos en unas jaulas.
Desde aquel día, Jack iba a la casa del merrows cada noche con la intención de liberar a los espíritus, pero siempre se emborrachaba antes con el ron de Goomara.
Un buen día Jack cogió de su casa un barril de potcheen irlandés casero y con este licor consiguió emborrachar a su amigo y liberar a aquellas pobres almas.
A. Ramirez Zarzuela