El platónico ingles Joseph Glanvil, que escribió Sadducismus Triunphatus -un formidable descubrimiento de la brujería, una "llave de los grandes misterios relacionados con el pecado y el mal"- además de otros tratados y monografías, fue un importante místico de su época, pero en la actualidad solo es conocido por una anécdota y una frase muy significativa.
La anécdota se refiere al scholar gipsy (gitano erudito) que renuncio a sus estudios en Oxford para llevar una vida nómada y descubrir un arcanun que poseían los bohemios y con el que podría influir en la voluntad de los demás. ¿Quien de nosotros desconoce la belleza imperecedera de la elegía de Matthew Arnold basada en esa anecdota? Como trascendentalistas, deberíamos estar agradecidos a este dulce poeta que indirectamente perpetuo la memoria del místico fallecido.
Pero Glanvil también es inmortal por una frase que Poe desenterró y situó como idea central en uno de sus relatos más fantásticos. "Y la voluntad se encuentra dentro, no muere. ¿Quien conoce los misterios de la voluntad, de su fuerza? Pues Dios no es más que una gran voluntad que se extiende sobre todas las cosas por la naturaleza de su intención. El hombre no se rinde ni ante los ángeles ni a la muerte, excepto únicamente por la debilidad de su escasa voluntad".
La anécdota y la frase están tomadas de Vanity of Dogmatizing, un titulo que actualmente puede recomendarse, respetuosamente, a la atención de muchas personas.
Esta simple frase constituye, en efecto, el resumen de la magia, pues la sede del poder del alma se dice que está en la voluntad del ser humano, que es el gran agente mágico, el instrumento para el desarrollo de todas las facultades interiores, la vida del acto consciente y el único principio que da forma a los ritos y las ceremonias místicas.
Puesto que la voluntad de un ser humano fuerte puede influir en una mente más débil, y puede ordenar el sueño magnético del paciente y la visión del clarividente, en el pasado se creyó que podía inducir una sustancia inerte con una fuerza oculta que era transferida desde la individualidad mas intima a través de una poderosa proyección mental, y en esto consistía la magia talismánica.
La ignorancia y la superstición de la antiguedad terminaron degradando este principio.
La virtud quedo divorciada de su conexion con la actividad de la mente y fue remitida a los métodos y a la sustancia del talismán, o a la ciega observación de las horas y las estaciones.
La vida de la creencia paso, y la intensa realizacion del poder absoluto del ser humano sobre todas las cosas animadas e inanimadas fue reemplazada por una veneración servil de las fuerzas ocultas que ejerció una tiranía fatal y sin criterio sobre los seres humanos y el mago.
CONTINUARA...
A.E. Waite.