A muchos wiccanos les gusta cantar, y es posible transformar un simple canto en una invocación de poder.
No importa la melodía, hay quien prefiere un movimiento lento como un canto gregoriano; a otros les gusta más una repetición obsesiva de sílabas como un canto chamanístico; otros optan por una base que les guste particularmente y le insertan la letra que han pensado o escrito, o que improvisan en ese momento.
Normalmente el canto empieza casi a la sordina, lentamente, como un murmullo.
A veces permanece así, y otras veces se expande alzando el tono, para luego bajar de imprevisto y convertirse practicamente en un susurro.
Cada cual es libre de elegir la letra que prefiera, de inventarse incluso varios tipos de cantos: uno de agradecimiento, otro para la evocación, otro para la apertura y el cierre del circulo, etc.
Algunos wiccanos prefieren incluso cantar en rima los encantamientos y las plegarias; esto es un factor totalmente personal y cada cual debe actuar como le parezca adecuado.
Canto para la Invocación de la Madre
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de tu poder.
Tu, que eres el alba; que eres la mañana, cielo sin nubes, rosa de la aurora.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Tu, que eres la hierba fresca bajo los pies, y el rocío, una joya de la tierra.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Tu, que eres el bosque oscuro y tenebroso, árbol, hoja, musgo y raíces.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Tu, que eres el agua que corre en los ríos, arroyos de montaña que canta la vida.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Tu, que eres el sol que caliente la piel; tu, que eres la nube que riega la tierra.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Tu, que eres el mar que lame las rocas, y la roca que juega con la espuma de la ola.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Tu, que eres fértil semilla y fruta madura, dócil y silvestre en la mano del hombre.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Tu, que eres el vientre que contiene la vida, y la vida que surge después de cada muerte.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
Envuélveme con tu amor, tú que eres el todo, conserva mis ojos para que pueda observar, conserva mi voz para que pueda cantar, conserva mis manos para que pueda bendecir.
Oh, Gran Madre, ven a nosotros, danos un signo de poder.
C. Wallace